Aporofobia: la pobreza que molesta
En el Día de la Pobreza hablamos de aporofobia, esa pobreza que nos molesta, que no es la que nos rompe el corazón.
Con motivo del Día de la Pobreza en Nous Camins recuperamos este artículo sobre la teoría de la aporofobia y su impacto real en la sociedad firmado por Dolores Puértolas desde República Dominicana. Fue publicado en el número 37 de nuestra revista anual con el título: «Dadles vosotros de comer: responsabilidad compartida»
En la narración de la multiplicación de los panes[1] los discípulos piden a Jesús que despida a las gentes para que vayan a los pueblos y se compren comida. Este les contesta: “dadles vosotros de comer”, una frase interpeladora. Es como si Jesús dijera: haced algo, solucionad el asunto vosotros… Se podría entender en alguno de estos términos, pero también se puede leer desde una óptica del compromiso y la participación. Todos somos parte del problema y parte de la solución.
El hambre y la pobreza son dos realidades tan despiadadas que nadie quiere tenerlas cerca. La filósofa Adela Cortina ha creado un término, “aporofobia”[2], formado a partir de la voz griega á-poros, “sin recursos” o “pobre”, y fobos, “miedo” y que significa odio, miedo, repugnancia u hostilidad ante el pobre, el que no tiene recursos o el que está desamparado. Cortina distingue claramente aporofobia de xenofobia, o fobia a los extranjeros y nos invita a diferenciar ambos términos, porque la discriminación a los inmigrantes y extranjeros se produce principalmente cuando estos son pobres. Los pobres producen rechazo, nadie quiere tener a un pobre por vecino. En el Día de la Pobreza reflexionemos sobre la que nos rompe el corazón, pero también nos molesta, la que nos recuerda que muchos tenemos todo lo necesario –y mucho superfluo− y otros no, y por ello a menudo buscamos justificarnos evitando el sentimiento de culpa. Pero como realidad indeseable e incómoda que no debería existir también nos invita a reaccionar.
En Nous Camins trabajamos por la erradicación de la pobreza. Sabemos que es un objetivo difícil pero el impacto del trabajo a lo largo de los años en las zonas en que actuamos es importante, tanto por la distribución de recursos a los más vulnerables como por el empoderamiento de la población. Al mismo tiempo, parte de este empoderamiento se basa en decirles a ellos también: “Dadles vosotros de comer”.
Tanto en sociedades ricas como en rincones del mundo faltos de fuentes de trabajo o medios de producción debe surgir la propuesta a cada persona: “¿Qué puedes hacer tú?”.
Proyecto de Desarrollo de Barreras: un sueño en marcha
Desde esta misma perspectiva en la República Dominicana estamos iniciando un proyecto con una comunidad alejada y aislada ubicada al término de un camino cerrado por el mar y la montaña. Se trata del pueblo de Barreras, un lugar catalogado como uno de los más pobres del país. Junto a la escasez de recursos para el día a día, Barreras tiene una hermosa sierra, parte de un parque nacional, y la playa de La Caobita, una de las grandes bellezas del país. El bajo nivel educativo y el escaso interés del gobierno por la zona relegan a esta comunidad a la exclusión.
Una oportunidad se ha abierto gracias a la construcción de la carretera hasta esta hermosa playa, y junto con las distintas asociaciones comunitarias hemos iniciado un proyecto agroforestal, de turismo sostenible y capacitación.
En 2017 el Ministerio de Medio Ambiente prohibió la tala de árboles para leña y elaboración de carbón vegetal, para evitar el deterioro de la naturaleza, sin tener en cuenta que este arduo trabajo era sustento de más del 50% de la población. Al pedir su colaboración para iniciar este proyecto, el Ministerio se unió para diseñar un programa de cultivos de alta rentabilidad con sistema de riego por goteo. Uno de los objetivos es que la escasa agua que fluye de manantiales de la montaña sea canalizada y se construya un reservorio para optimizar este recurso básico. El proyecto incluye el acondicionamiento de la playa, mejora de accesos a senderos de montaña para desarrollar un turismo sostenible acorde con el entorno, así como un programa de capacitación para la juventud, mejorando así su nivel educativo y cultural.
Son grandes retos para la comunidad. La finalidad es poner en valor el pueblo de Barreras y sus recursos naturales para que los primeros beneficiados sean sus habitantes. Es un proyecto en marcha y que camina al ritmo del trabajo que realizan las comisiones comunitarias, de la implicación de los distintos organismos públicos y del compromiso de cada persona. Es una oportunidad para que cada individuo y asociación tengan la posibilidad de aportar y también de romper con la dependencia del estado–de quien normalmente se espera que resuelva todos los problemas. Al mismo tiempo es una oportunidad de que la comunidad se empodere y sea capaz de exigir a las autoridades los servicios públicos que le corresponden. En definitiva, un proyecto más que persigue la erradicación de la pobreza.
Los logros hasta el momento son: un equipo de trabajo configurado, un diagnóstico de la situación y un proyecto presentado ya a las autoridades; hemos realizado charlas educativas sobre medio ambiente, limpieza de playas, charlas sobre prevención del consumo de drogas, clases de inglés para jóvenes y en especial la toma de conciencia del pueblo de que el futuro está en sus manos.
Hacia una civilización de la responsabilidad compartida
Es así como queremos aplicar este “Dadles vosotros de comer”. No hay excepción: todos podemos hacer algo, desde la persona acomodada de un país rico hasta una persona de Barreras.
En los años ochenta el jesuita Ignacio Ellacuría acuñó el concepto “civilización de la pobreza” en el que abogaba por un equilibrio entre recursos mundiales y bienestar mundial, una mayor sencillez de vida para que se garantizaran las necesidades básicas de todos. Jon Sobrino desarrolló el concepto como “civilización de la austeridad compartida”[3] para que fuera más comprensible, entendida la austeridad en contraposición al despilfarro, a la cultura del descarte y a las grandes desigualdades que posteriormente ha descrito el Papa Francisco en la encíclica Laudato Sii.
Es ciertamente ineludible tomar conciencia de que necesitamos construir una civilización distinta, la civilización del “dadles vosotros de comer” o podríamos llamarla también la civilización de la responsabilidad compartida. Antoine de Saint Exupéry recomendó: “Si quieres construir un barco, no empieces por buscar la madera, cortar tablas o distribuir el trabajo, sino que primero has de evocar en los hombres el anhelo de mar libre y ancho.”
Evoquemos, pues, en los hombres y mujeres de nuestro tiempo ese anhelo de una civilización de la responsabilidad compartida para alcanzar un mundo mejor para todos.
[1] Mateo 14,13-21
[2] APOROFOBIA, EL RECHAZO AL POBRE, Adela Cortina, Paidós estado y sociedad, Barcelona, 2017.
[3] HACIA UNA CIVILIZACIÓN DE LA AUSTERIDAD COMPARTIDA, FORO ELLACURÍA (De una Carta a las Iglesias, de la UCA), 2011.