Muchos de los jóvenes, niñas y niños se sienten orgullosos de sus llamas y cuentan a los pobladores vecinos que sus llamas son el resultado de mucho trabajo y sacrificio. La experiencia ha sido muy positiva.

Círculos concéntricos

Colombia

May 6, 2022

En Sendera y en la Comunidad de San Pablo siempre hemos valorado positivamente la permanencia en aquellos lugares donde trabajamos. Desde Sendera, promoviendo los proyectos de desarrollo desde España, y desde la Comunidad de San Pablo, ejecutándolos sobre el terreno. Pasar años en un mismo lugar es lo único que te permite alcanzar un conocimiento adecuado del entorno en el que te mueves, y evitar (hasta donde sea posible) los resbalones del expatriado que llega a un sitio sociológica y culturalmente nuevo para él o ella, y en poco tiempo pretende elaborar un diagnóstico de las problemáticas que lo afectan.

La voluntad de permanencia en los entornos donde trabajamos es, ante todo, una muestra de respeto hacia las personas con quienes cooperamos: solo con tiempo se puede ir comprendiendo la complejidad de sus contextos.

Y permanecer largo tiempo en un mismo lugar también es lo que te permite llevar a cabo una labor que podríamos llamar de círculos concéntricos. Empiezas, mediante una acción concreta, tocando una necesidad; luego vas agregando otras iniciativas a aquella primera acción, con círculos cada vez más amplios, que van multiplicando el efecto de tu actividad en ese entorno.

Esta ha sido nuestra experiencia en La Resurrección, El Pesebre y Granjas de San Pablo, los tres barrios del sur de Bogotá donde empezamos a trabajar a principios de 2016.

Cinco años largos no son demasiados(sobre todo si se comparan con los que llevamos en otros lugares), pero empiezan a ser un periodo prolongado, en el que ya entrevemos el proceso de los círculos concéntricos.

Lo primero que hicimos (en 2017) fue establecer un taller de corte y confección, que hoy sigue ofreciendo capacitación a más de cincuenta mujeres. Fue nuestro primer círculo. Luego conocimos la realidad de los hijos e hijas de muchas de las alumnas de nuestro taller, e iniciamos para ellos un programa de refuerzo escolar. Segundo círculo. Más tarde quisimos dar seguimiento a los hermanos mayores de los niños que venían a nuestras clases de refuerzo: jóvenes con voluntad de ir a la universidad, que no se lo podían permitir por falta de recursos. E iniciamos un programa de becas para universitarios de estas comunidades vulnerables del sur de la capital colombiana, a través del que, desde 2017, hemos ayudado a decenas de muchachos a prepararse profesionalmente. Tercer círculo. En un momento determinado nos planteamos que la educación académica no lo era todo: ¿por qué no ampliar nuestra acción hacia las artes? Y empezamos a ofrecer clases de guitarra en nuestro centro de desarrollo comunitario, Casa Garavito. Un cuarto círculo se añadía a los anteriores.

En 2019, después de escuchar infinidad de historias de personas afectadas por problemáticas familiares y personales muy hondas (abuso, violencia doméstica, alcoholismo…), nos planteamos otro reto: abrir un servicio de acompañamiento psicológico. En la actualidad, dos psicólogas atienden semanalmente a más de cuarenta personas, ofreciendo un servicio (ausente hasta ahora en estos barrios) que ha sido muy bien acogido. Quinto círculo.

La llegada de la pandemia nos obligó a incrementar las ayudas de comida que damos de forma regular a las familias más vulnerables de estos sectores (sexto círculo), y más tarde a buscar los servicios de una enfermera, para que realizara visitas domiciliarias a enfermos. Desde marzo de 2020 el sistema de salud colombiano ha sufrido enormemente (como en tantos otros países), y poder ofrecer los servicios de una enfermera local ha sido todo un acierto. Séptimo círculo.

En 2021 hemos agregado un nuevo círculo a nuestra labor, el octavo, estableciendo un consultorio dental que acaba de abrir sus puertas en septiembre. No es una clínica de lujo, pero ofrece servicios odontológicos básicos a bajo coste, supliendo una carencia, pues hasta ahora en estos barrios solo había una clínica dental (privada).

Este proceso no hubiese sido posible sin una voluntad de trabajar aquí a largo plazo. La apuesta por la permanencia ha permitido crear estos sucesivos círculos concéntricos, y así nuestras iniciativas se han ido articulando como un esfuerzo integral para mejorar, aunque sea de forma modesta, la vida de los habitantes de estos barrios.

El ejemplo de Laura Valentina

Laura Valentina, una vecina de sesenta y dos años del Pesebre, ejemplifica lo que estamos describiendo: aprendió a manejar máquinas de coser en nuestro taller y ahora gana algunos ingresos gracias a lo que produce cosiendo. Sus nietos van a las clases de refuerzo escolar y de guitarra que ofrecemos en Casa Garavito. Una hermana suya visita regularmente a una de nuestras psicólogas. En su casa ya han recibido en dos ocasiones la visita de la enfermera del proyecto. ¡Y ha prometido ser de las primeras pacientes de nuestro consultorio odontológico! En la vida de la familia de Laura Valentina, poco a poco los círculos concéntricos de los que aquí hemos hablado han ido dando sus frutos.

Este artículo fue publicado inicialmente en la Revista 2021 de Sendera, si quieres leerla, haz clic aquí.