Compresas de tela contra la desigualdad
Compresas de tela como herramienta contra la desigualdad
Las compresas de tela son baratas, sencillas de producir y pueden suponer una gran mejora en la calidad de vida de muchas mujeres durante su menstruación.
Que un tema como este, considerado tabú en muchos espacios, se aborde en las aulas es esencial para cerrar las brechas de desigualdad que se marcan entre el alumnado desde la infancia.
Vivimos en un mundo básicamente capitalista, donde casi toda nuestra actividad se centra en el trabajo, en la forma de obtener dinero para poder vivir. La capacidad adquisitiva marca nuestro estilo de vida, nuestras costumbres y hábitos, nuestras relaciones y hasta el desarrollo de nuestras capacidades. Y en este mundo, organizado de esta manera, las mujeres tenemos un reto añadido.
Todas sabemos qué nos pasa cuando tenemos la menstruación: cansancio, dolor, malhumor, susceptibilidad y, lo que es peor, el maldito sangrado. Pero, a pesar de ello, con una pastilla para el dolor y una buena compresa, tampón o copa menstrual, podemos seguir adelante y estar a la altura de las exigencias. No me voy a centrar en el gasto extra que esto supone. No nacemos con estas pastillas en las manos, ni tampoco con las compresas. Todo esto tenemos que comprarlo y según qué producto sea, ¡hasta pagamos el IVA! Claramente, ser mujer conlleva un gasto adicional.
Lo que acabo de describir es nuestra suerte en España o en cualquier otro país desarrollado. Pero, ¿qué pasa en los países en vías de desarrollo?
¿Qué pasa en Etiopía? ¿Qué les pasa a las estudiantes adolescentes en las escuelas rurales de Meki?
Les pasa exactamente igual que a nosotras, pero con la diferencia de que no tienen recursos ni para las “pastillas mágicas” ni para comprar compresas, ese “kit de higiene femenina” que nos acompaña a muchas otras mujeres a lo largo de la vida.
Es frecuente ver niñas que se duermen en clase, o que parece que estén en otro sitio, que no juegan en la hora del recreo y se muestran poco participativas y reservadas. Son primerizas en la menstruación, que para ellas es un tema tabú. De repente ya no son niñas, sino mujeres porque ya pueden procrear. Ahora la sociedad las mira diferentes, necesitan tiempo para asumirlo.
Además de lo anterior, lo más frecuente es constatar su “falta” en las listas de asistencia a clase. Es decir, la mayoría de las chicas adolescentes, dejan de ir a la escuela un promedio de tres días al mes debido a la menstruación. ¿Por qué?
Algunos motivos son culturales: vergüenza, tabú, supuesta impureza, etc. Otro serían los mismos que tendríamos nosotras si no dispusiéramos de nuestro “kit de mujer” porque no se encuentran bien y/o no tienen medios para controlar el sangrado.
No obstante, faltar unos días a clase cada vez puede marcar la diferencia, ahondando la desigualdad existente con sus compañeros.
Quizás los días que faltan son precisamente los días de los exámenes finales; o no han estado en la clase del tema del que van a ser evaluadas; o simplemente han perdido el hilo de la explicación sobre la historia de su país y ahora les cuesta más seguir al profesor.
Como decía al principio, las mujeres de los países desarrollados tenemos la posibilidad de solventar esta desventaja, siendo consumidoras de productos que nos permiten ser competitivas, estar siempre a la altura y, en definitiva, podernos ganar la vida y/o sacar adelante nuestras familias.
En el proyecto de “Aulas por la Igualdad” que llevamos a cabo en tres escuelas rurales de la zona de Meki, les hablamos a los alumnos y a las alumnas sobre el respeto a los derechos humanos, sobre aquellas situaciones cotidianas y de la vida que se dan en detrimento de estos derechos y en las que las mujeres, por desgracia, solemos ser la parte más directamente perjudicada.
Pero además de estas sesiones educativas, queremos cortar de raíz el problema de la ausencia escolar debido a la menstruación.
No es justo que una chica no pase los exámenes porque no ha podido hacerlos, o porque su asistencia a clase ha sido irregular y tiene lagunas en los conocimientos aprendidos. Esto tiene solución inmediata.
Los “Girls’ Clubs”, que en español lo podemos traducir por “Grupos de chicas adolescentes” son grupos que se organizan en el ámbito escolar. Es una iniciativa que se lleva a cabo en varios países africanos y que tiene muy buena respuesta. Se trata de formar grupos de chicas adolescentes, con una maestra como líder o responsable, que se reúnen quincenalmente y en los que se tratan temas sobre la salud de la mujer, la adolescencia, los cambios corporales como la menstruación, sus tabúes, y creencias, sus derechos como mujeres e igualdad con respecto a los hombres, además de otras dudas e inquietudes. También preparan cortas representaciones teatrales en las que se escenifican situaciones de desigualdad que se dan en su vida diaria y que exhiben, con mucho éxito, durante el festival de la escuela, el día de fin del curso.
Nosotras hemos querido apoyarlas con otras actividades complementarias como, por ejemplo, dinámicas de grupo para reforzar su autoestima, o con la elaboración de compresas para la menstruación.
En las zonas rurales un paquete de compresas, que no siempre se encuentran a la venta, es muy costoso y las chicas no pueden permitirse este gasto de forma mensual y durante la mayor parte de su vida. Normalmente las mujeres usan trapitos y evitan salir de sus casas. Lo que les proponemos hacer a las chicas del grupo de adolescentes es un taller en el que aprenden a confeccionar compresas de tela, lavables y reutilizables. Confeccionar una compresa de este tipo puede costar lo mismo que un paquete de compresas convencional con la diferencia de que el gasto se realiza una o dos veces al año, dependiendo del uso y el cuidado. Además, las obsequiamos con unas braguitas y una pastilla de jabón para lavarlas. En el taller utilizamos una compresa ya elaborada como modelo y van siguiendo los pasos hasta completarlas.
Este tipo de compresas tienen dos piezas: la funda sujetable a la braguita donde se colocarán las telas que se utilizarán como toallitas y las toallitas en sí. El material tiene que ser suave para no provocar irritaciones. Y en la parte de la funda, colocamos una tela impermeable para evitar que traspase. Les enseñamos cómo hacer el patrón, a medir las telas, cortar y coser. Obviamente no todas tienen la misma destreza en la costura, pero con la práctica van mejorando. Es una confección sencilla, y que fácilmente pueden repetir en sus casas para hacer las que vayan necesitando. Les enseñamos cómo se utilizan y cómo mantener una buena higiene femenina.
Además, en coordinación con el programa “Aulas por la Salud”, que también realizamos en las escuelas, les proporcionamos, cuando lo necesitan, medicamentos para calmar el dolor y puedan atender clases con mejor disposición.
Medidas muy sencillas de llevar a cabo, pero que pueden significar mucho en la forma en cómo se desarrolle su vida como mujeres.
Este proyecto contó con el apoyo, en 2020, del Ayuntamiento de Cendea de Galar y el Ayuntamiento de Jumilla; y, en 2021, con el del Ayuntamiento de Barañaín. ¡Gracias a todos ellos por su confianza y compromiso con la igualdad!