El día a día en Casa San José
En Casa San José se realizan acogidas de niños y adolescentes en situación y riesgo de calle de manera constante. Este es el inicio de un proceso largo y lleno de retos, aunque también de alegrías.
Laura Ríos Saavedra, trabajadora social de este centro de acogida temporal para niños y adolescentes, en la ciudad de Cochabamba, Bolivia, nos cuenta cómo se vive el día a día en Casa San José.
La labor principal del equipo técnico de Casa San José consiste en coordinar su trabajo con las Defensorías de la Niñez y Adolescencia de todo el departamento de Cochabamba para determinar el llamado “acogimiento circunstancial”. Se trata de una medida de protección para los niños y adolescentes varones, de cinco a catorce años, que lo requieren al encontrarse viviendo en la calle o en situación de desprotección extrema.
Desde el momento en que se recibe una llamada telefónica solicitando una acogida, el equipo de Casa San José se coordina para determinar si el perfil del niño o adolescente corresponde con el que se trabaja. Después se organizan todos los aspectos de su llegada al centro, desde el almuerzo que va a compartir con sus nuevos compañeros hasta las actividades que va a realizar cuando se integre en la casa.
Cuando un niño o adolescente es acogido en Casa San José, se le da la bienvenida a la institución, brindándole calidez y confianza para que no se sienta triste en un ambiente desconocido para él.
A partir de ese momento, se trabaja para lograr su reintegración familiar, ya sea con su familia nuclear o ampliada (tíos, abuelos, hermanos, etc.). En este proceso, todas las áreas profesionales que intervienen en Casa San José se coordinan con el fin de realizar planes de intervención individual y adaptados a cada niño y adolescente acogido.
En el transcurso de la investigación, se va determinando la situación que llevó a la acogida del niño o adolescente. Se realizan entrevistas, valoraciones psicológicas y educativas, visitas de ubicación domiciliaria; cualquier acción que sirva para realizar una investigación profunda con datos concretos. En este proceso, nos encontramos a menudo con barreras que dificultan el trabajo.
Retos del trabajo en Casa San José
Todo este trabajo con el menor lo hacemos de forma coordinada con las Defensorías de la Niñez y Adolescencia (DNA) encargadas del caso. Muchas veces el proceso de trabajo para la reintegración de un menor se vuelve lento y farragoso porque los equipos de las DNA cambian de forma constante, los contratos han sido cesados, el personal ha renunciado a sus cargos o los trasladan de departamento. Esto provoca que algunos expedientes se encuentren en el aire o en manos de un nuevo equipo que no tiene conocimiento de los antecedentes del caso.
Por lo tanto, tenemos que volver al inicio y transmitir toda la información de la investigación realizada al nuevo equipo para que el proceso continúe. Esta falta de recursos en las instituciones públicas limita su capacidad de actuación y resolución de los casos, lo que afecta directamente sobre el proceso de reintegración familiar de los niños y adolescentes.
Por otro lado, en la actualidad existen muchas familias con diferentes problemáticas sociales y situaciones que afectan a sus integrantes: problemas de desempleo, irresponsabilidad al cumplir los roles parentales, todo tipo de violencia, machismo que aún a estas alturas del siglo XXI es predominante o el consumo de bebidas alcohólicas y estupefacientes. Este ambiente hace que, en ocasiones, tras el dictamen de una jueza o juez, no sea posible realizar una reintegración familiar que responda a las necesidades y derechos de los niños y adolescentes.
Es entonces cuando se determina el realizar un acogimiento en instituciones que brindan atención enfocada a largo plazo. Es decir, el niño o adolescente es trasladado a un centro de acogida permanente. En ese lugar, tendrá acceso a una educación constante, espacios de desarrollo adecuados a sus necesidades, incluso en algunos tendrán acceso a becas estudiantiles que permitirán al niño o adolescente contar con muchas oportunidades a lo largo de su crecimiento. En esa transferencia, el equipo de Casa San José desea lo mejor al niño o adolescente para que éste pueda aprovechar las oportunidades que se le brindarán en el futuro.
Alegrías que nos impulsan
Los niños que conviven en la Casa San José son tan solo niños y, por lo tanto, las travesuras forman parte del día a día de la casa. A menudo nos toca corregirles y llamarles la atención, pero también son numerosos los actos de bondad. Así demuestran el gran amor que tienen en su interior. Por ejemplo, hace un tiempo, decidieron adoptar a un gato agonizante. Le pusieron un nombre, le hicieron una casa y empezaron a preocuparse todos los días para que no le faltase el alimento.
Los niños y adolescentes en Casa San José se redescubren a sí mismos, identifican en ellos mismos muchas habilidades que no sabían que tenía: preparar pan, ayudar a preparar una ensalada con el picado más fino del repollo, una creatividad inigualable para dibujar historias, empapelando así los pasillos de la casa, una habilidad extraordinaria para armar ciudades con legos, etc., pero también tienen mucha energía. Energía que, con la ayuda de las educadoras que realizan el acompañamiento diario, es canalizada de la mejor forma ayudándoles a ser mejores personas, a tener un proyecto de vida, a expresar lo que les gusta o disgusta; pero sobre todo a dar valor a la familia para darse cuenta de que la calle no es la respuesta a los problemas en casa y la mala conducta no es una salida a esas dificultades.
En el afán de trabajar en una reintegración familiar exitosa, nos encontramos con familias desesperadas por volver a estar con sus hijos, arrepentidas por los descuidos que generaron en los niños y adolescentes, preocupadas por cumplir con los requisitos que exija la Defensoría de la Niñez y Adolescencia y el centro de acogida y, sobre todo, ansiosas por tener una fecha para poder visitar a sus hijos. Son estas acciones y actitudes, las que entusiasman al equipo de Casa San José y nos dan energía para poder trabajar en beneficio de los pequeños, para reunirnos con ilusión semana a semana y discutir los aspectos que se deben trabajar con la esperanza puesta en una reintegración familiar exitosa, y en el menor tiempo posible.
Y aunque esto no siempre sea fácil, los resultados compensan el esfuerzo y es grande la sorpresa para el equipo cuando se tiene la visita del adolescente que hace un tiempo atrás se fue a otro centro y vuelve a visitarnos para compartir con las nuevas generaciones y contarnos sus experiencias en su nuevo hogar. O cuando vuelven a su casa y, con el compromiso verdadero de los familiares, viven una reintegración exitosa, en un entorno saludable y próspero para todos los miembros.
Todo esto nos alegra el día a día en Casa San José y nos permite seguir trabajando para construir un mejor futuro para estos pequeños.
Laura Ríos Saavedra, trabajadora social en Casa San José