La historia de Jorge
En Casa San José cada niño deja una huella imborrable en el equipo, cada uno de ellos tienen una historia única y es imposible olvidar sus caras. De vez en cuando, alguno de los antiguos inquilinos de la Casa llama al timbre y siempre es una alegría para nosotras escuchar sus historias de superación y resiliencia. La historia de Jorge es una de ellas.
Jorge es un adolescente que fue acogido en Casa San José en el año 2012, cuando tenía 12 años. Las autoridades determinaron su ingreso en este centro de acogida temporal en la ciudad de Cochabamba (Bolivia), al encontrarse en situación de riesgo. Su madre, con la que vivía hasta entonces, padecía – y padece aún hoyen día – una severa dependencia al consumo de bebidas alcohólicas. Tras pasar un tiempo en Casa San José, la investigación del caso determinó que no existía ningún familiar que pudiese hacerse responsable de su cuidado, por lo que en 2013 pasó a vivir en el centro de acogida permanente Casa Jerusalén.
Dando un salto en el tiempo, llegamos hasta el lunes 15 de marzo de 2021, cuando recibimos por sorpresa la visita de Jorge en Casa San José. Ángela, la educadora que atendía ese turno, abrió la puerta y se encontró con él, convertido en todo un adulto de 21 años. Jorge se encontraba por la zona vendiendo papel higiénico y decidió pasar por la institución para saludarla, ya que ella fue la persona que realizó su acompañamiento durante su estancia en Casa San José. Qué felicidad la de Jorge al poder compartir su situación actual con Ángela, que lo conoció en su niñez y formó parte de su desarrollo.
Jorge nos contó que, desde hace un año, trabaja con un proveedor de productos de limpieza. La empresa le proporciona papel higiénico, que él vende por las calles, y de esta manera puede percibir un salario mínimo, además de un almuerzo.
Nos explicó también que estuvo estudiando Secundaria en un Centro de Educación Alternativa hasta 2019, pero en 2020 tuvo que dejar los estudios debido a la pandemia de COVID-19. Este 2021 se volvió a inscribir, pero al no contar con un ordenador para seguir las clases virtuales, está a la espera de que se retomen las clases presenciales.
A pesar de ello, está contento sigue viviendo en Casa Jerusalén y puede trabajar. Ahorra todo lo que gana, porque cuando termine la secundaria quiere estudiar gastronomía y pagarse un tratamiento médico para controlar la epilepsia que padece desde hace tiempo.
Con respecto a su familia, nos contó que su madre sigue consumiendo bebidas alcohólicas de manera constante, por lo que no ha podido establecer un vínculo estable con ella. Y aunque no tiene información sobre el resto de sus familiares, está contento de poder considerar Casa Jerusalén como su hogar y a las personas que lo rodean como su familia.
Jorge es para nosotras una muestra de superación y un gran ejemplo para los adolescentes acogidos en Casa San José. A pesar de no contar con el apoyo de su familia, ha podido seguido adelante. Hoy Jorge tiene sueños por los cuales lucha, día a día, y esperamos de todo corazón que pueda cumplirlos en un futuro no muy lejano.